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Tres Caras Tiene la Vida: Humano que Nacer no Pide, Vivir no Sabe, Morir no Quiere

viernes, 27 de mayo de 2011

Tangueando El Hoyo en 2 x 4



El Hoyo, varios interesados tangueando en 2 x4 entusiasmados por convertirlo en otra ciudad
Según la mayoria de las personas que trato, el destino de El Hoyo es convertirse en otra ciudad, siguiendo el derrotero de El Bolsón y Lago Puelo. Todos a quienes he preguntado sobre este asunto ven que El Hoyo va hacia la plena urba-nización de su valle. Se trata de un valle bajo, anegado, subsidente y erosivo, dentro del cual desde un poblado central pequeño y no pensado para urbe, se está promoviendo la urbe. Crecer radialmente como cebolla, edificando a la vera de la ruta y de sus principales callejones, se asume como crecer naturalmente. Según la opinión de la mayoría, no hay otra, el progreso es imposible de detener. El progreso y la urbe son una misma cosa, van de la mano. Progreso y Urbe ocurren tan naturalmente como la próxima primavera y nadie osaría oponerse a esa irrevocable fuerza de la naturaleza que es el progreso.¿?
Algunos, quizá más de los que imaginamos, alientan ese afán de progreso y urbe tras beneficio personal, y, a nuestro juicio, miopemente. Otros, simplemente le aceptan como hecho natural, y nadie registra la soberana diferencia entre el campo pasando a cosa del pasado y la ciudad ingresante. ¿Ni un tris de nostalgia siquiera? Tango raro.
Aparentemente a nadie se le ocurre pensar que se pueda crecer de otro modo, sin concentrar y asinar, sin excesos, res-petando la capacidad y aptitud de los espacios para contener nuestros desarrollos. Limitando, conteniendo, reorientan-do. Esa idea es interpretada por la mayoría como un sueño, un delirio o una ingenuidad.
O sea que parece que no queda otra que desembocar en otra rugiente ciudad.
Sin embargo pregunto ¿Por qué estamos condenados a convertir el valle de El Hoyo en otra ciudad?
Es cierto que con lo que se ha llegado a pagar por la tierra en la fiebre inmigrante pasada hemos desembocado en valo-res muy exagerados, tentadores, pero cabe preguntarnos: ¿qué es realmente lo que dá valor a las tierras de nuestra zona?
¿Es realmente el valor del suelo a secas o la tranquila y silvestre existencia que podemos todavía gozar en un espacio campestre, con poca gente?
Todos vemos como crecen construcciones por todos lados. En sitios inimaginables ya hay viviendas y aumentan en una progresiva ascendente... sorprendente… alarmante. El crecimiento demográfico local incide. La inmigración pro-gresa acelerada. La explosión silenciosa, que estalla sin ruido, continuamente ante nosotros: la demográfica.
Vamos a ser demasiados amontonados en un espacio de extensión extremo limitada... en un pequeño valle. ¿de qué vamos a vivir? ¿alcanzará el agua en un presente de seca creciente? ¿resistirán los espacios y los servicios mayor car-ga? ¿hasta dónde? ¿alguien lo sabe?¿sabemos dónde está el umbral? ¿lo hemos considerado de veras?
Conocemos ciudades vecinas, concebidas inicialmente para ser ciudades, con grandes avenidas diagramadas para ello. Conocemos también sus barriadas pobres y sus padeceres. Nada de eso ocurre aquí en El Hoyo. Transformar nuestra actual calle principal en una avenida ancha semejante a las de Esquel supondría reasentar una cantidad de edificios de instituciones importantes fuera del contexto para poder trazar tal avenida. No lo vemos posible, sin embargo en algu-nos vecinos impera la idea de que el actual poblado de El Hoyo, necesariamente se convertirá en una ciudad. No va a ser muy amplia, de ser así, vemos. Quizá un concentrado de edificaciones crecientes de estilo inhomogéneo, sobre callejuelas estrechas en un contexto anegado sea el modelo que prefiera la mayoría de los vecinos. Lo dudo.
Es probable que quienes impulsan el loteo sobre el valle de El Hoyo crean realmente que esa es la única salida posible a la necesidad de tierras para poblar, o ¨urbanizar¨ como prefieren, sin embargo, en realidad contamos con el número de posibilidades determinado por los diversos espacios seguros, algo elevados y próximos, en el entorno bajo de nues-tras montañas que hemos encontrado con nuestro estudio. Tomar el ansia por lograr división menor a la existente co-mo forma para dar franqueza a las existencias reales, excepcionales no es en modo alguno la fórmula para aliviar, sino todo lo contrario, eso será sobrecargar rigurosamente nuestros espacios valletanos. Resulta incomprensible que tenien-do todavía un paraíso de calma en nuestras manos, el cual gozamos cada minuto, cada hora y cada día de nuestras existencias, nos encontremos tan inmersos en atender las demandas de la urgencia de los afanes que pretendemos im-poner antes que velar intensamente por que esa tranquilidad que vivimos pueda ser mantenida y sostenida en el tiem-po. En gran miopía, parece que estamos valorando el sentido de mercancía que tiene la tierra por sobre el sentido de hábitat que constituye, el cual todos gozamos, porque somos pocos, todavía, porque alcanza aún para los que hay.
Disculpen Uds. , que ironice. No es nada en particular contra ninguno de Uds. , que además de ser una reacción natu-ral ante lo obvio que veo repetirse a lo largo de los años, antes allá, hoy aquí, la ironía puede resultar en otro modo válido para intentar despertar vuestras mentes ante el ocaso que se cierne. A mi me produce cierta desesperación, paso noches sin dormir tratando de explicarme, de explicarles. Pensando en estos dramas, imaginándoles entender.
Dos hectáreas hoy por cuatro de ayer = 2 x4.
Dos hectáreas por cuatro viviendas = 2 x4.
En resumen, Tango Hectáreas es un nombre que ajusta re bien. Tratándose de los números respecto al tempo y del resultado final que es representante estricto de la música que fluye en la gran ciudad. Doble acertijo. Porque con este 2 x 4, abrazaditos como pareja tanguera, vamos haciendo el firulete que nos lleva derechito a la gran ciudad. Una pena haber sido insuficiente e incapaz de hacerme entender, estrecho a la hora de explicar el sentido y la salvación que otro-ra avizoré respecto al Hoyo, la cual todavía puede alcanzarse, pero depende de nosotros, de nuestro entendimiento.
Como he pasado muchos, demasiadas horas luchando por este asunto, compromiso sellado con hechos concretos, como todos conocen, me tomo el atrevimiento de pedirles, de rogarles una última atención antes de decidir respecto a este asunto. Al menos para que discrepen…. Espero que estas reflexiones no vayan en vano. 

Opinión Respecto al cambio de 2 por 4 hectáreas, de reducción del mínimo actual permitido.

Nuestro territorio es bello y atractivo porque nuestro desarrollo todavía no lo ha cubierto por completo con edificacio-nes... pero, la urbe se insinúa amenazante, desde muchas perspectivas. El desarrollo puja por poseer todo el suelo dis-ponible, pero no todo el suelo disponible es apto para nuestro desarrollo. Entonces forzamos las cosas rellenando mallines o desviando cauces. Andamos siempre abajo en nuestras rutas y caminos, rara vez vemos el paisaje desde arriba, por lo tanto no nos damos cuenta de lo que está cambiando consecuencia de imponer nuestros afanes.
En el territorio del Hoyo será permitida la subdivisión de 2 hectáreas, habilitando el desarrollo de una vivienda en cada espacio de 5000 m. Es decir, cuatro viviendas por cada 2 hectáreas. Esto es una urbanización velada para permitir que generemos un enorme loteo de 5000 m2 en todo nuestro valle. Si eso progresa tendremos una sucesión de aldeas que-brando todo el espacio bajo y su escurrido, avanzando cardinalmente por doquier. ¿De qué va a vivir toda esa gente me pregunto? -¿ No es imperioso tener los servicios instalados y funcionando previamente y con previsión antes de generar loteos? ¿Alcanzará el abastecimiento de agua potable actual especialmente considerando que no son los usos de riego productivo aquellos que la derrochan sino las viviendas?. ¿generaremos otro río rodeado de casas? ¿Hemos realmente considerado en profundidad los umbrales de sustentabilidad o la capacidad de tolerancia a la carga efluente que tiene nuestro valle antes de decidir tan ligeramente reducir a la mitad la superficie mínima hoy permitida?
Todos conocemos que en muchísimos terrenos de 2 hectáreas del valle de El Hoyo podemos encontrar entrelazados e imbricados diferentes tipos de ecoespacios o ecosistemas, con sus pendientes, hidráulica, cubiertas, suelos y subsuelos específicos. En un mismo terreno de 2 hectáreas podemos tener la mitad de pedrero y la otra mitad de mallín . Enton-ces en ese caso, podremos asentar 2 de nuestras casas en los 10000 m2 de pedreros pero estaremos ante un problema respecto al mallín. Sin embargo, como la ley nos permitirá edificar cuatro casas en un lote de 2 has., lo más probable es que forzaremos las condiciones ecoespaciales rellenando muchos mallines y bajos anegados para cargarlos de vi-viendas, alterando el escurrido, la carga, la apariencia paisajística y estado general del ecosistema irremediablemente. Cuánta será la carga de peso y de efluentes límite sobre un valle subsidente, cuyas capas superiores son una malla de arcillas y gravas sobre vejigas de cieno? ¿Cuántos los caminos y el polvaderal ante semejante crecimiento de accesos que serán necesarios?¿Cuántas las víctimas si se produce una catástrofe erosiva por tormenta repentina, como el cam-bio climático insinúa.
Mejor ni imaginar en la compleja telaraña de distribución y prestación de servicios...
Abajo: El Hoyo actual
¿Será debidamente reglamentada esa ordenanza que permite la división en 2 hectáreas? Imposible, ya que todavía no existe un Código de Ordenamiento Territorial en Base a los Espacios y sus Aptitudes o Limitantes para nuestros posibles desarrollos, por lo tanto, es esperable que muchas acciones inadecuadas ocurran a nuestro paisaje velozmen-te en un fraccionamiento afanoso, con consecuencias que a la larga padeceremos y de las que, tarde o temprano rene-garemos.
¿No hubiera sido más conveniente revisar cada excepción existente hasta hoy y acreditarla a menos que sea una abe-rración demasiado evidente y persistir en el mínimo de 4 hectáreas existente en lugar de este velado modo de urbani-zar todo el espacio accesible como se pretende?
Disculpen, pero subyacente, bajo semejante decisión, eso se evidencia.
Es un tema que se debiera entender profundamente, como para que seamos capaces en conjunto de superar la presión urbanizante e inmobiliaria que puja sobre aquello que le conviene a nuestro paisaje. Abajo: El Hoyo futuro cercano.

Sin embargo, frente a la obvia y obsesiva presión de ver a la ¨tierra como mercancía¨ antes que sentirla como ¨hábitat¨ por parte de muchos propietarios, lo más probable es que con esta nueva reducción a 2 has. del área a dividir, avance-mos más velozmente hacia la gran ciudad, decidida y aparentemente ansiada por la gran mayoría.
Es muy probable que quienes impulsan el loteo sobre el valle de El Hoyo crean realmente que esa es la única salida posible a la necesidad de tierras para poblar, o ¨urbanizar¨ como prefieren, y para contener al avance inaplazable de la edificación ¨ocurrente por sí misma¨ sobre el pequeño y frágil valle, sin embargo, en realidad contamos con el mismo número de posibilidades que existen de generar y planificar poblados en los espacios seguros, algo elevados y próxi-mos que tenemos en el entorno bajo de las pendientes de nuestras montañas, como alternativas para evitar una dañina ciudad en el valle bajo. Esos espacios que hemos encontrado con nuestro pasado estudio son los que hace falta solici-tar, planificar y desarrollar, y entretanto, que los afanes esperen. Todo sea por la salud de nuestro verde valle.
Tomar el ansia por lograr división menor a la existente como forma para dar franqueza a las existencias reales, la gran mayoría excepcionales, no es en modo alguno la fórmula para aliviar, sino todo lo contrario, eso será sobrecargar rigu-rosamente nuestros espacios verdes, bajos y anegados. Resulta incomprensible que teniendo todavía un paraíso de calma en nuestras manos, el cual gozamos cada minuto, cada hora y cada día de nuestras existencias, nos encontremos sometidos en tener que atender las ansias y demandas de los afanes de mentes aceleraditas que pretenden con urgencia imponer al paisaje antes que velar intensamente por que esa fabulosa tranquilidad que todavía vivimos pueda ser man-tenida y sostenida en el tiempo.
En gran miopía por no arrancar por considerar el bello y tranquilo lugar donde vivimos y su significación, parece que estamos sobrevaluando el sentido de mercancía que tiene la tierra por sobre el sentido de hábitat que constituye, el cual todos gozamos, intimismo y tranquilidad que tantos buscan, porque somos pocos, porque alcanza aún para los que hay.
Siempre en la ingenuidad de creer que se puede llegar a ensanchar la conciencia de quienes observan a la realidad de un modo puramente materialista, es que insisto en proponer cimientos sólidos para que seamos capaces de consensuar y encausar un Ordenamiento Territorial Sensato que nos ayude a reorientar y contener nuestro desarrollo, en base a las existencias ecogeográficas y no fundado en nuestros afanes urbanizantes. Solo contando con un Código Sensato que regule nuestras intenciones y desarrollos sobre el espacio, en base a lo que el espacio es capaz de tolerar de nuestra parte, sólo así podremos alcanzar el ansiado y recomendable desarrollo Armonioso.

Pudo ser



 Pero No
Esto desemboca en la Bahía de:
Vuestro Culo de Botella
Aventajados herederos NyC (New York City Inmobiliaria), interesados Brokers Ecologistas,  Acelerados Comerciantes Prestadores de Paquetes Tusísmicos y Académicos Urbanistas  
Alegraos, que alcanzaron aquellos fantásticos objetivos que con tanto frenesí se propusieron.
Vamo con la Orbe y con engrosar billeteras.
a costa de deformar lo que sea
Metropolis El Hoyo 
Progreso al Infinito y más allá
Felicidad


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