Hay algo – o alguien – de quién los humanos no hemos hablado aún a lo largo de nuestra historia
De éste, nada o muy demasiado poco encontrarán en internet, y desconozco que alguien le haya citado en nuestra historia, dándole el lugar que merece desde siempre.
No es Dios, aunque puede que esté muy cerca de él, desde la perspectiva de un creyente.
Tampoco tiene una forma específica, pero si no fuera por el delicado equilibrio que logra en todo, no seríamos.
Alguien siempre presente en todos nosotros y en todo lo viviente generando la maravilla que transitamos.
Hemos hablado y analizado todo, pero a éste lo hemos dado por tan sobreentendido que ha quedado inadvertido, siempre cumpliendo. Olvidado, no solo ni lo mencionamos, aunque jamás abandona ni deja de tenernos en cuenta, sino ni siquiera hemos atendido a significativa presencia en todo lo que vive.
Nos admiramos de aquellas cosas que tienen profunda significación. Nos asombra cuando el entendimiento comprende más allá, pero hemos olvidado por completo la significación de quién hace posible a cada instante nuestra vida en este mundo.
Imaginemos que ese magnífico director y ejecutante de la complejísima sinfonía de nuestro cuerpo y que llevamos dentro se dignase a brindarnos su precisión y lucidez para realizar nuestras acciones en este mundo, ya no solo con su fabulosa sabiduría respecto a la complejidad corporal sino que nos permitiera valernos de su sabiduría y entendimiento para aplicarlo en nuestro actuar diario. Tal vez reconstruiríamos un nuevo mundo pleno de armonía.
¿Quién sabe?... demasiado ingenuo?… y… ¿porqué no?
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